martes, 18 de diciembre de 2012

La dignidad de las hormigas

Me pregunto por qué a estas alturas del siglo hay que defender la filosofia. Por qué hay que rescatarla si está ya inserta en la sociedad como está inserta la palabra. Y la respuesta, como no, me viene dada en leyes, discursos y pragmatismos varios: no sirve para nada. 

Si bien el pensamiento aflora más bien fuera que dentro de la academia, es preciso que haya una academia a la que acudir o de la que marcharse. La academia es una institución pública, un asilo del imperativo mal llamado "práctico", un refugio del puro negocio, un lugar donde adentrarse en el pensamiento con la ayuda de los profesores o a pesar de ellos. Es un espacio de búsqueda y encuentro. En la academia se recupera, se traduce y se reescribe el pensamiento. De vez en cuando hay pensamiento original, otras veces la labor es más bien hermenéutica. Las más es difusión y práctica del pensamiento crítico. 

¿En que momento ha decidido la sociedad, y con ella el gobierno (o al revés), que el pensamiento crítico es una afición de unos pocos? ¿que quiere decir que se considera "alternativo" o, peor aun, igual a la religión en un instituto? ¿que supone acorralarlo y reducirlo a una optatividad? Supone que el pensamiento, la filosofía, es una opción. Una opción más de tantas otras, algo a elegir. Una conclusión lamentable, fruto de una política que no sé si calificar de estúpida o de cruel.

¡Ya está bien de excusas como que cada uno aun pueda leer por su cuenta, o hacer de ello un hobby! ¡Valiente consuelo! La educación básica es un sin sentido absoluto si carece de pensamiento crítico. Dar y pedir razones es lo que nos hace "personas" y "sociedad" en conjunto porque de momento, sólo nacemos humanos (demasiado humanos). La filosofía es lo propio del hombre, es su segunda naturaleza. Eliminandola y humillándola en el discurso público se elimina y humilla a las personas. 
Para comprender, para crecer, para inventar hace falta tener amor al saber, al conocimiento. Curiosidad, respeto, ánimo, fuerza... Si el medio de discusión deja de ser la palabra, ¿cual si no? ¿tal vez las armas? Si no se enseña a pensar y se adoctrina de manera estéril, se condena a la gente a la infelicidad y a la sociedad a su acabamiento. 

Defender la filosofía es defender la dignidad, aunque sea la dignidad de las hormigas.


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