viernes, 22 de febrero de 2013

El punto de vista de las hormigas

Hay que leer las noticias con la resignación del que se toma una medicina necesaria de sabor repugnante y cuyos efectos son meramente paliativos. Hay que leerlas como se comulga en misa, como un ritual de contacto con la sociedad, con la actualidad, con el mundo. Las noticias se sirven en ordenadas toneladas de información indiscriminada. O deformación. O amorfación. Se fagocitan unas a otras, estallan y se disuelven, reaparecen y, en definitiva, se comportan como una superficie solar cuya visión provoca una mezcla entre fascinación y miedo. Son novedades o viejas conocidas, son lo último que llega en palabra o imagen. Son el testimonio del afuera y la formalización de lo interno. La mayoría se redactan muy rápido, con palabras inadecuadas, con efectos inoportunos, con imágenes repetitivas. Las noticias nos sirven y nosotros servimos a las noticias. Parecen una fuente de conocimiento, algunas aparentan análisis crítico. Aun así, el ojo de las hormigas es desconfiado y por eso contrasta. Es una máxima: ¡Hay que contrastar siempre! ¡Sería irresponsable no hacerlo! ¿Con qué hay que contrastar? ¡Pues con más noticias! Mi visión es fiable porque lo leí en varios periódicos, lo escuché en varias emisoras y lo vi en varios canales de televisión. Contrasto los estallidos para comprobar "el estallido", comparo la pugna entre fuerzas "El gobierno miente"/"El gobierno cumple su deber" y me mantengo en un meridiano suspenso, para que nada explote o "explosione" (como dicen en los diarios).

Tengo mis sospechas, pero no puedo negar las noticias del todo. Eso sería demasiado. Eso sería alejarme de lo público. Traicionar el generoso aviso del hormiguero que cada día se esfuerza en mantenerme informado o deformado. Si no leo las noticias puede que lea otra cosa o puede que experimente por mi mismo algo, alguien... Tal vez, si no las leo, acabe creyendo que en realidad no sé tanto acerca de lo que me rodea y que mi información es tan fragmentaria y caprichosa que no se corresponde con nada de lo que hay a mi alrededor. La realidad con seguridad dejaría de resultarme evidente, el desfile de obviedades se acabaría quedando sin marchantes. Es posible que entonces tenga que salir yo a comprobar, si es que quiero conocer. Es probable que me sintiera irremediablemente sola, desorientada, impertinente entre los míos. Sin ellas, seguramente, tendría mucho más miedo. Sin ellas sólo encontraría un puñado de hormigas como yo, en desordenada convivencia, desguazando el terreno habitable, prestándose ayuda y luchando al mismo tiempo. Hormigas corriendo de aquí para allá, trazando caminitos, recortando hojas y comiendo hongos. Hormigas agrupándose para marchar contra un tifón de agua en previsible fracaso. 

Hormigas que comentan las noticias y señalan, y hablan de su "punto de vista". Su "punto de vista" es un piadoso operar del lenguaje; porque las hormigas, como saben todos los demás, somos ciegas. 

1 comentario:

  1. Desde antiguo se sabe que las hormigas se quedan el primer dia de cada mes sin salir del su hormiguero (y eso "sin saber conatar con los dedos ni astronomia", Claudio Eliano dixit), ni sabemos si para contrastar noticias o para olvidar las del mes anterior. Ahora que estamos sometidos a tantos mensajes seria bueno recuperar este descanso de tanta información irrelevante. No creo que se resienta demasiado nuestra vida ni la de las otras hormigas.

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